Este viernes toca echar el cerrojo al trabajo durante tres semanas. Será un cerrojo, pero con la llave a mano, que no está la cosa para olvidarse del trabajo. Al menos las dos primeras semanas.
Este año toca 10 días a caballo entre Conil y San Fernando, una semana en Sevilla, y otros 10 días en Italia. Haremos una ruta de Venecia a Roma, pasando por Florencia, San Gimignano, Siena, Orvieto y, posiblemente, Bologna o Padua. Mucha cultura, monumentos, museos, pasta, pizzas y helados.
Hasta que nos toque subir al avión, seguiremos procurando que Viktor pase unas vacaciones inolvidables, cosa que de momento parece que estamos logrando. La semana pasada descubrió la piscina. Parecía lo mejor del mundo, no paraba. Al principio se limitaba a la piscina de niños pequeños, pero poco a poco se va soltando e incluso ayer ya medio nadaba solo, aunque con manguitos.
El fin de semana pasado descubrió la playa, y la piscina ya quedó en un segundo plano. Realmente es lo que más le ha gustado de España. Seguro que pasará el año entero contando los días para volver a la costa gaditana. Normal, quién no. Pero más si te pasas el año en Bielorrusia, claro.
Este año toca 10 días a caballo entre Conil y San Fernando, una semana en Sevilla, y otros 10 días en Italia. Haremos una ruta de Venecia a Roma, pasando por Florencia, San Gimignano, Siena, Orvieto y, posiblemente, Bologna o Padua. Mucha cultura, monumentos, museos, pasta, pizzas y helados.
Hasta que nos toque subir al avión, seguiremos procurando que Viktor pase unas vacaciones inolvidables, cosa que de momento parece que estamos logrando. La semana pasada descubrió la piscina. Parecía lo mejor del mundo, no paraba. Al principio se limitaba a la piscina de niños pequeños, pero poco a poco se va soltando e incluso ayer ya medio nadaba solo, aunque con manguitos.
El fin de semana pasado descubrió la playa, y la piscina ya quedó en un segundo plano. Realmente es lo que más le ha gustado de España. Seguro que pasará el año entero contando los días para volver a la costa gaditana. Normal, quién no. Pero más si te pasas el año en Bielorrusia, claro.
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