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miércoles, 17 de febrero de 2010

Cuaresma. Ayuno y Abstinencia.

En mi blog "Los porqués de un católico", he escrito una entrada, que al ser de actualidad, reproduzco aquí.

El ayuno y la abstinencia forman el deber de los católicos de seguir ciertas normas en Cuaresma. El ayuno (sólo el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo) supone reducir las comidas de ese día. Supone desayunar un poco menos, comer normal, cenar poco y no comer entre horas. La abstinencia supone no comer carne (ni derivados de ésta) ni el Miércoles de Ceniza ni los viernes de Cuaresma. Obligaciones para los mayores de 14 años (el ayuno para mayores de edad), y menos de 59 (los mayores de 59 ya no tienen que ayunar). No obliga, claro está, a los enfermos.

Ya desde el siglo IV se vienen practicando en Cuaresma distintas prácticas penitenciales, de modo que preparan el alma para la Semana Santa, cuando rememoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Eje central de nuestra fe.

Son, pues, pequeñas mortificaciones, mínimos sacrificios que debemos completar libremente cada uno: oración, más ayuno, … Lógicamente, todo tiene un sentido. No es un capricho que nos quiera “imponer” la Iglesia. Se trata de que todo nuestro ser (espíritu, alma y cuerpo) participe en un acto donde reconozca la necesidad de hacer obras con las que reparemos el daño ocasionado con nuestros pecados y para el bien de la Iglesia.

El ayuno tiene como fin introducir en la existencia del hombre no sólo el equilibrio necesario, sino también el desprendimiento de lo que se podría definir como "actitud consumística". No hace falta comentar ni explicar que nos encontramos en una sociedad consumista. Tal vez excesivamente consumista. Desprendernos este par de días al año es lo que le da un sentido al ayuno.

La abstinencia viene a ser algo parecido, pero tal vez en menor escala.

En realidad, la Iglesia quiere ser fiel al mandato del Señor, que indicó que “vendrán días en que les será arrebatado el esposo y entonces ayunarán”. Jesús responde así a quien le preguntaba por qué sus discípulos no ayunaban. Y es que en vida de Jesús, no lo hacían. Jesús dice que habrá tiempo en que lo hagan.

jueves, 11 de febrero de 2010

A todo cerdo le llega su San Martín.

A todo cerdo le llega su San Martín o la variante A cada cerdo le llega su San Martín es uno de esos dichos populares que tan apropiado resulta en algunas ocasiones y cuyo origen es realmente curioso. Así lo he podido averiguar en internet, que cada vez tengo más claro que rara vez no es capaz de resolver una duda. Bueno sí: el otro día escribí "cómo conseguir que Zapatero dimita" y no encontré nada.

Pero volvamos al cerdo (al del refrán, digo). Según la afamada wikipedia caben dos opciones. La primera, que se refiera al 11 de noviembre, festividad de San Martín de Tours, que es cuando comenzaban las matanzas de los cerdos en España, ya que pasados esos dos o tres días de calor, el llamado veranillo de San Martín, comienza a hacer frío y por lo tanto empieza la época propicia para curar la carne. La segunda, que se refiera a la fecha del 12 de enero, festividad de san Martín de la Santa Cruz, más conocido como San Martino o Santo Martino, santo leonés del siglo XIII, y de hecho el refrán en el noroeste de la península ibérica suele ser "A todo cerdo le llega su San Martino" o "su san Martiño".

Los británicos tienen un refrán parecido aludiendo a Waterloo.

Resuelta la duda del cerdo (el del refrán, claro), quería yo aludir a una gran casualidad que aprecié hace dos días. Fue el día que pensé en descubrir algo sobre este refrán. Justo en ese momento estaba con la tele puesta. Era la hora de las noticias, y mira por dónde que en ese momento nos cuentan que a Garzón se le estrecha el cerco y que éste puede tener los días contados en la carrera judicial. Si finalmente esto sucede, ¿surgirá un nuevo refrán, tal como "a todo Garzón le llega su prevaricación"?

Al menos rima, cosa que no sucede con el cerdo (el del refrán, claro).