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viernes, 27 de noviembre de 2009

Ahora sí, ahora no.

El Ayuntamiento de Sevilla, con cuyo gobierno es notorio que no comulgo, ha decidido luchar contra la prostitución. Y lo hace desde la premisa de reconocer que es un problema. Un problema de, inicialmente, dignidad de la mujer (y de algunos hombres), un problema de higiene, salud, drogas, explotación, evasión de impuestos, ... Nadie discute que es un problema. Y desde ese punto de partida, se podían hacer tres cosas:

1ª Nada. Postura que se viene tomando año tras año, con lo que alimenta el problema y éste crece exponencialmente.

2ª Legalizarla, regularla de modo que como ya es legal, deja de ser un problema. Esto, para mí, es una huida del problema.

3ª Combatir el problema, tratando de dar soluciones a las mujeres, e imponiendo multas a prostitutas, clientes y proxenetas. Es lo que ha decidido hacer el Ayuntamiento. Se están estudiando programas de ayudas a las mujeres afectadas, para que puedan abandonar el oficio y tener una vida digna. Y en mi opinión es magnífico. Ante un problema, hay que ser valientes y legalizar, aunque esto suponga prohibir, y ayudar a quien resulta afectado por el problema.

Y enlazo el asunto con el aborto. El Gobierno justifica la nueva legislación del aborto con la premisa de que el aborto es un problema. Un problema no deseado. Que haya muchos abortos es un fracaso de la sociedad, y en esto no hay debate. Y como es un problema, el Gobierno podría hacer 3 cosas:

1ª Nada. Es, básicamente, lo que viene haciendo.

2ª Legalizar lo que venía siendo ilegal para que deje de serlo. Es lo que ha decidido hacer el Gobierno.

3ª Poner en prácticas soluciones positivas. Ayudas a madres, programas de adopción (que en este país haya que salir al extranjero para adoptar no es un capricho de los padres). Legislar en positivo, no en negativo.

Nuestro Gobierno, ante un problema, huye, legaliza lo ilegal, y con eso cree que se lavan sus conciencias. Lo que ha hecho este gobierno es eliminar el derecho a la vida del nasciturus (reconocido por nuestra Constitución, faltaría más por otra parte). Es convertir un delito (el aborto es un delito en nuestro Código Penal) en un derecho.

Qué pena que ante ciertos problemas sí queramos construir, ayudar, legislar en positivo; y en otros huyamos, eliminemos el problema, y convirtamos delitos en derechos, haciendo desaparecer el más importante de los derechos: el derecho a la vida.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Escribir.

Siempre he admirado la vida del escritor. Me encanta eso de levantarse antes de que se pongan las calles, encerrarse a crear historias, en una especie de guarida creativa.

Hace algún tiempo la admiración se convirtió en "envidia sana". Y surgió la pregunta: ¿por qué no lo intento? Lógicamente, no me refiero a ganarme la vida escribiendo, sino conseguir un sueño, una meta: escribir un libro.

Tardé mucho tiempo en decidir que sí, que lo iba a intentar. Pasé a la fase de estudiar técnicas. Compré algún libro del tema, mucha navegación por internet. Y finalmente, me sentí capaz.

Ahora tengo dos proyectos, no uno, dos. El primero es una novela y el segundo... aún no sé cómo encajarlo.

Estoy en la fase de estructurar la historia de la novela, creación de personajes, desarrollo de la trama,... Esta parte es relativamente sencilla, la difícil viene luego, cuando toque empezar a escribir. ¿Seré capaz?

Ojalá.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Amigos.

Echando la vista atrás, descubro que he ido conociendo a muchas personas, que he hecho muchos amigos, muchísimos. Unos mejores que otros, unos con una amistad más o menos intensa. Pero amigos.

La vida te va llevando por caminos diferentes a los de ellos, nos casamos, vivimos en sitios diferentes, cuando no trabajamos estamos con la familia. Y al final, ¡qué poco tiempo dedico a los amigos!

¿Quiere eso decir que ya no son lo amigos que eran antes? No, la verdad es que sigo presumiendo de amigos, contando sus anécdotas, recordando cuando la vida era diferente y había menos obligaciones y más tiempo para estar con ellos.

Desde aquí, dedicar un pequeño y sencillo homenaje a ellos, mis amigos, los que piensan a veces en mí, en los que pienso yo tantísimo (aunque nos veamos poquísimo), esos que a veces descuelgan el teléfono, esos que se alegran cuando soy yo quien llama.

Es uno de los tesoros de esta vida: los amigos.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Plan E (¿"e" de estúpido?)

Nuestro gobierno nos presentó, en su pretendida lucha contra la crisis, su medida estrella: el Plan E. Consistía, sencillamente y entre otras medidas, en inyectar un chorro de millones de euros a los ayuntamientos para que éstos realizasen obras públicas. De ese modo, dicen, palian el desempleo, ya que supone que los ayuntamientos tengan que provocar la contratación de desempleados para ejecutar las obras. Han sido más de 50.000 millones de euros.

Conocido es que los ayuntamientos deben una barbaridad de euros a empresas proveedoras, que están pasando por malísimos momentos por falta de liquidez.

Conocido es, también, que en nuestra economía, el verdadero motor de creación de empleo está en las pequeñas y medianas empresas.

Y más conocido es, además, que tal y como está el patio, casi nadie se atreve a iniciar una aventura empresarial, y muchos que en su día lo hicieron están avocados a un cierre seguro. Esto se traduce en nula creación de empleo, y aumento del desempleo.

¿Qué han hecho los ayuntamientos con la lluvia de millones? Me centro en un ejemplo. En Sevilla, una de las obras ejecutadas en base al Plan E ha sido el adecentamiento del acerado del Palacio de San Telmo. Eso, hablando claro, es cambiar la acera. ¿De verdad era necesario? Bien, para tan “complicada” tarea, se van a tirar 6 meses, y va a costar 2,1 millones de euros. Y, además, provoca durante ese tiempo el corte de 1 de los 3 carriles del Paseo Colón y 2 de los 3 carriles de la calle Palos de la Frontera. El atasco habitual se ha venido transformando en algo ciertamente desastroso y caótico.

Es solo un ejemplo, pero obras como el adecentamiento de las zonas ajardinadas de la Avenida Bueno Monreal cuestan más de 600.000 euros, y obras en ayuntamientos pequeños que se han centrado en la creación de campos de fútbol de césped artificial o pistas de patinaje, supone que, en mi opinión, se esté tirando el dinero.

En definitiva, obras innecesarias ante el agujero económico que sufre el país. ¿No sería mejor, con ese dinero, ponerse al día con las devoluciones de hacienda que no llegan a los contribuyentes que contaban con ella? ¿No sería mejor terminar de pagar las miles de facturas de las administraciones a empresas privadas que están ahogadas de tesorería? ¿No sería mejor crear programas de autoempleo para que nuevas empresas estimulen la creación de empleo estable en lugar de emplear a trabajadores por 3, 4 o 5 meses, que es lo que duran las obras, y después si te he visto no me acuerdo? Honestamente, creo que tengo razón, y que estas respuestas se responden todas afirmativamente.

Pero, claro, ¿qué podemos esperar de un gobierno cuya mayoría de miembros, tras años de suculentos sueldos, apenas han ahorrado unos pocos miles de euros y comprado modestas viviendas con hipotecas incluso superiores a sus valores? Pues lo que podemos esperar es que, si en su vida privada derrochan su dinero, en la pública (con dinero que no es suyo) prosigan la misma tendencia.