El Ayuntamiento de Sevilla, con cuyo gobierno es notorio que no comulgo, ha decidido luchar contra la prostitución. Y lo hace desde la premisa de reconocer que es un problema. Un problema de, inicialmente, dignidad de la mujer (y de algunos hombres), un problema de higiene, salud, drogas, explotación, evasión de impuestos, ... Nadie discute que es un problema. Y desde ese punto de partida, se podían hacer tres cosas:
1ª Nada. Postura que se viene tomando año tras año, con lo que alimenta el problema y éste crece exponencialmente.
2ª Legalizarla, regularla de modo que como ya es legal, deja de ser un problema. Esto, para mí, es una huida del problema.
3ª Combatir el problema, tratando de dar soluciones a las mujeres, e imponiendo multas a prostitutas, clientes y proxenetas. Es lo que ha decidido hacer el Ayuntamiento. Se están estudiando programas de ayudas a las mujeres afectadas, para que puedan abandonar el oficio y tener una vida digna. Y en mi opinión es magnífico. Ante un problema, hay que ser valientes y legalizar, aunque esto suponga prohibir, y ayudar a quien resulta afectado por el problema.
Y enlazo el asunto con el aborto. El Gobierno justifica la nueva legislación del aborto con la premisa de que el aborto es un problema. Un problema no deseado. Que haya muchos abortos es un fracaso de la sociedad, y en esto no hay debate. Y como es un problema, el Gobierno podría hacer 3 cosas:
1ª Nada. Es, básicamente, lo que viene haciendo.
2ª Legalizar lo que venía siendo ilegal para que deje de serlo. Es lo que ha decidido hacer el Gobierno.
3ª Poner en prácticas soluciones positivas. Ayudas a madres, programas de adopción (que en este país haya que salir al extranjero para adoptar no es un capricho de los padres). Legislar en positivo, no en negativo.
Nuestro Gobierno, ante un problema, huye, legaliza lo ilegal, y con eso cree que se lavan sus conciencias. Lo que ha hecho este gobierno es eliminar el derecho a la vida del nasciturus (reconocido por nuestra Constitución, faltaría más por otra parte). Es convertir un delito (el aborto es un delito en nuestro Código Penal) en un derecho.
Qué pena que ante ciertos problemas sí queramos construir, ayudar, legislar en positivo; y en otros huyamos, eliminemos el problema, y convirtamos delitos en derechos, haciendo desaparecer el más importante de los derechos: el derecho a la vida.