Mucho se ha escrito sobre los pormenores del proceso judicial que desembocó en la muerte de Jesucristo.
Como abogado, siempre me ha atraído mucho este asunto, máxime cuando a todas luces se producen atropellos jurídicos a la vista de cualquiera.
LA DETENCIÓN EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ.
Se produce de noche, cuando el derecho romano prohibía expresamente que se produzcan detenciones de noche. En realidad los romanos carecían de interés inicial en el asunto, y fueron los Fariseos quienes mezclaron a los romanos en el asunto. La razón es bien sencilla, querían la muerte de Jesús, y esa pena estaba reservada a los romanos. Los judíos tenían cierta autonomía jurídica, pero las penas capitales estaban reservadas a los romanos. Si la detención la hubieran realizado los judíos por su cuenta, se aseguraban que Roma no dijese nada, y por tanto, no podrían condenar a Jesús a muerte. De ahí que utilizasen a soldados romanos en la detención de Jesús, para asegurarse la intervención de Pilatos.
La predisposición de la detención a Jesús se ve clara si atendemos que no se detiene a Pedro, a pesar de utilizar la espada contra los asaltantes, llegando a lesionar a uno de ellos. Es notorio cómo se olvidan de todo lo que rodea a Jesús. Van a por Él, y se centran en Él.
Mantienen a Jesús detenido durante la noche. El proceso ante el Sanedrín pudo durar hasta las 3 de la mañana, pero no lo llevan a Pilatos hasta que amaneció, por miedo a que importunar al procurador romano provocase la inhbición de éste. Ello produciría la imposibilidad de condenar a muerte a Jesús, insisto, objetivo último de los judíos.
JESÚS ANTE ANÁS.
Otra irregularidad. El Sumo Sacerdote en aquel entonces era Caifás, cuyo suegro era Anás. Sólo Caifás podía enjuiciar a Jesús, por el delito de blasfemia que le imputaban. Era una primera imputación, después añadirían el de rebelión, para provocar la intervención romana. Durante el proceso los fariseos aportan testigos falsos manipulados, sin presentar testigos de la defensa. Esto estaba prohibido por el derecho judío. Y lo que más llama la atención. Existía entonces un delito, que era el de agredir a un reo. Sabemos que Jesús fue abofeteado ante el Sanedrín. Teóricamente deberían haber encausado a los agresores, pero no fue así.
JESÚS ANTE PILATOS.
Sedición. Esa era la acusación que imputan a Jesús para así poder hacerle comparecer, ya de mañana, ante Pilatos. Pilatos no ve claro el asunto y se quita de enmedio el problema. Encuentra un resquicio legal de competencia. Como Jesús es galileo, y Herodes, rey de Galilea, se encuentra en Jerusalén... Está claro: que lo lleven ante Herodes, y sea juzgado ante éste. Pilatos así evita condenar a un justo, para desesperación de los judíos, que ahora ven cómo se difumina la posibilidad de conseguir una condena a muerte.
Herodes no se quiere mezclar. Seguramente por su falta de identidad con los fariseos, les lleva la contraria, se quita el problema y remite, de nuevo, el caso a Pilatos.
Pilatos tenía aspiraciones políticas. No quería quedarse toda la vida en Judea. Allí llevaba ya algo más de diez años, y realmente, debiera estar harto de estancarse allí. Quería volver a Roma a un cargo de mayor relevancia. Y ello pasaba por la ausencia de incidentes en la provincia. Un incidente sería culpa del gobernador, igual que la ausencia de problemas sería achacado al buen hacer del mismo.
Pilatos se encuentra con la disyuntiva de tener que lidiar en un asunto en el que haga lo que haga, una parte del pueblo podría levantarse. Los fariseos actuarían, sí o sí, si libera a Jesús. Los seguidores de Jesús podrían, así mismo, levantarse si es condenado.
Pilatos realiza el interrogatorio del reo y determina que no encuentra delito en Él. Así las cosas, según el derecho romano, el reo debiera haber sido puesto en libertad de inmediato. Pero Pilatos se salta el derecho penal, y para evitar problemas, busca una solución salomónica. No accede a la petición del Sanedrín de condenar a muerte a Jesús, pero tampoco lo deja libre sin más. Ordena un castigo, con idea que el mismo fuera suficiente para contentar a todos. A los fariseos porque verían castigado a Jesús, y a sus seguidores porque no lo iba a matar.
Se produce la gran injusticia del castigo aplicado al que es declarado por el tribunal como inocente. Es difícil encontrar precedentes o casos similares en el derecho romano.
JESÚS O BARRABÁS.
Tras la flagelación del Señor, y pensando Pilatos que esto ponía fin al asunto; se encuentra el gobernador con más presión por parte de los judíos. No parecen contentarse con el castigo, y exigen una condena a muerte. Pilatos no quiere condenarlo, pero tampoco quiere permitir que se encienda una revuelta en sus propias narices.
Así que comete otra anomalía judicial. Acogiéndose a la tradición de soltar un preso por la Pascua judía, ofrece al pueblo la elección entre dos reos. Jesús o Barrabás. En la correcta aplicación de esta tradición, no podría haberse echo así, puesto que Jesús no estaba condenado, y por tanto, carecía de la condición de reo. No podía, pues, presentarlo al pueblo como reo. Aún así, seguramente Pilatos utilizó este sistema pensando que nadie querría en la calle a un asesino peligroso como Barrabás, y que de esta manera el pueblo sería quien pusiese fin al asunto. Pilatos estaba seguro de que eligirían a Jesús.
Menospreció Pilatos la capacidad de movilización del Sanedrín. Éste había preparado cualquier eventualidad con sus radicales, que sólo iban en una dirección: pedir la muerte de Jesús.
CONDENA A MUERTE.
Según el Derecho judío, el Sanedrín, que había juzgado ya a Jesús, podía emitir su sentencia en dos días. Ésta podía ser condenatoria a muerte, pero en este caso quedaba en manos romanas su aplicación práctica, o su modificación por otra pena.
Como no había manera de que Pilatos condenase a Jesús a muerte por la vía rápida (delito de sedición), el Sanedrín tuvo que obrar rápido. Sabía que el tiempo corría a favor de Jesús, que cualquier dilación provocaría la repetición del juicio. Eso conllevaba a que el juicio judío se realizaría con el Consejo completo, otra irregularidad más. el Sanedrín no convoco a todos sus integrantes para juzgar a Jesús.
Así pues, Pilatos se lava las manos. Es decir, no condena a Jesús, se inhibe del asunto, y deja que sean los judíos quienes le juzguen por los delitos que sean competencia exclusivamente de ellos. Recuérdese que se le imputaban dos delitos: blasfemia y sedición. Del de sedición no llega a ser juzgado, ya que Pilatos no ve indicios del mismo.
El Sanedrín no espera los plazos legales. Sobre la marcha condena a muerte a Jesús por blasfemia. Y así devuelve la pelota a Pilatos, que debe decidir si ejecuta la pena o no. Finalmente ve un peligro en el asunto, se deja llevar. Ejecuta a Jesús.
Antes de la ejecución de la pena, en correcta aplicación del derecho, el juicio debiera haberse declarado nulo, lo que garantizaba a Jesús un juicio justo en el que jamás hubiera sido condenado.
6 comentarios:
Muy atractiva la entrada. Lo que no nos ha precisado, apreciado Gonover, es si dado que estamos en tiempos del emperador Tiberio y la jurisdicción criminal imperial en un caso como este (de un no romano, sino judio) estaba delegada en un magistrado (Poncio Pilato) ¿acaso no se caracterizaría por ser un procedimiento ya claramente inquisitivo, donde se había diluido mucho el principio general acusatorio de las quaestiones?.
Otra cosa es que los judios (desconozco el derecho judío de la época) infligieran los requisitos de publicidad, diurnidad, defensa, etc. Lo cierto es que por el delito de blasfemia pidieron el exequatur a Poncio Pilato y su transmutación en delito de sedición. Y lo cierto es que el magistrado romano (como se demostró) tenía amplia libertad para la cognición criminal.
Yo lo que pienso, honestamente, es que la historia nos la han contado cuatrocientos años después y de ahí que no esté seguro a ciencia cierta de cómo fue el proceso.
Lo que está claro es que Jesús existió. No tanto que fuese quien nos han querido enseñar que fue, más aún los que no dan al César lo que es del César (se meten a política) y convierten "su" casa en un mercado fariseo (el banco vaticano). Claro que también parten estas críticas de lo que nos han contado.
Eso sí, como se ve, injusticias con la justicia, desde el principio de los tiempos...
un saludo.
No hay motivos para no creer que existió Jesús, y tampoco para no creer que es quien nos cuentan quien fue.
Hola, tienes "un recado" en: http://elcantodelamoneda.blogspot.com/2008/03/mi-propio-sonrojo.html
un saludo
El problema de Pilato fue la precisión del derecho, las actas reflejaron el proceso y esto le costo el puesto y su muerte en el exilio.
Txan, como te he dicho en tu blog, este finde me pongo con el recado, que no es para hacerlo en plan rápido y mal.
Gracias.
Gonover.
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